Ana Luisa Reyes Puente
La sustentabilidad es un proceso colaborativo que parte del reconocimiento de la complejidad de los problemas socioambientales contemporáneos y la necesidad de esfuerzos colectivos inter- y transdisciplinarios para articular alternativas que los enfrenten. Eso es justamente lo que sucedió durante los pasados días del 3 al 6 de octubre en el Centro Cultural Universitario, ubicado en Morelia, Michoacán, gracias al Congreso Sustentabilidades, organizado por La Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. El Congreso tenía como objetivo impulsar un espacio de diálogo y colaboración para abordar diferentes aproximaciones hacia la sustentabilidad, desde la construcción y concepción de proyectos, hasta la generación de resultados entre académicos, estudiantes y profesionistas de distintas disciplinas, entidades universitarias e instituciones.
Como estudiante de Sustentabilidad Ambiental en la Ibero y becaria de investigación del proyecto “Aproximación multidimensional a los entornos alimentarios de México: salud humana, medio ambiente y sustentabilidad desde el Sistema Universitario Jesuita” había estado reflexionando sobre las dimensiones que condicionan las decisiones alimentarias de las personas: asequibilidad, accesibilidad, conveniencia y deseabilidad. Particularmente sobre cómo identificar, nombrar y medir la interacción entre ellas. Más allá de ser un ejercicio académico ocioso desde el escritorio y condenado a permanecer en el, está curiosidad está motivado por un profundo deseo de mejorar las intervenciones en materia de política pública en cuanto a la seguridad alimentaria sustentable y en última instancia la salud planetaria. Al conocer la convocatoria del Congreso de Sustentabilidades supe que debía participar en el área de Marcos conceptuales, métodos y herramientas para la comprensión de los procesos de construcción de sustentabilidades. Quería compartir el trabajo que hemos realizado desde el proyecto respecto a estas dimensiones a través de la operacionalización del marco conceptual global de Turner et al. (2018) para el estudio de los entornos alimentarios urbanos en México.
Esta experiencia me dejó muchos aprendizajes no sólo técnicos gracias a las presentaciones de otros investigadores, sino también sobre el quehacer de la sustentabilidad. En primer lugar, el reconocimiento de que la sustentabilidad es mejor en plural. Es decir, que existen múltiples sustentabilidades y por lo tanto, no hay que rechazar las posturas que son distintas a la nuestra sino encontrar los puentes para enriquecer el trabajo colaborativo e interdisciplinario. Por otro lado, reforcé la importancia de sacar la investigación del gabinete para llevarla a campo y también al encuentro con otras investigaciones y aprendí que los congresos académicos son un excelente lugar para hacer esto. Finalmente, el hecho de que existen muchas personas apasionadas y profesionales trabajando por la sustentabilidad en México y que conectar entre nosotros a través de estos espacios es un gran avance pero tenemos que seguir construyendo una red de colaboración porque así como existen abordajes novedosos también hay retos emergentes que deberemos enfrentar en conjunto para procurar nuestro interés común como profesionales de la sustentabilidad. Ir a un congreso académico por primera vez como estudiante puede ser una experiencia intimidante pero es sumamente enriquecedor. Yo invitaría ampliamente a mis compañeros a darse la oportunidad de conocer estos espacios y darse cuenta de todo lo maravilloso que hemos aprendido en la carrera y todo lo que existe fuera de ella.