Noticias recientes muestran una notable reducción de la producción de algunos granos (maíz, cebada, malta y frijol) y un preocupante aumento de importaciones, sobre todo de maíz, cuyo volumen importado para el año 2024 se estima en 24 millones de toneladas de acuerdo con los reportes del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) y con un enorme riesgo de perder nuestra autosuficiencia alimentaria en este grano en el 2025 (Ochoa, 2025)
Algunas de las razones de este notable aumento en las importaciones son tanto derivadas de problemas de sequía que han reducido la producción de maíz blanco en casi 14% a lo largo del 2024 (GCM, 2025), como de problemas relacionados con las políticas de incentivo a la producción, en particular para el maíz y el frijol. En este rubro, la reducción de incentivos a la producción anteriormente destinados a productores comerciales (productores de escala cuya producción se destina al mercado) ha motivado que estos productores busquen alternativas de cultivo más rentables que el maíz y con ello han reducido la producción del grano. A este problema se ha sumado la mala operación de los programas de precios de garantía y compra de producto.
Si bien las importaciones de maíz blanco representan una proporción muy marginal de las importaciones de este grano (la mayor parte son importaciones de maíz amarillo para usos industrial y pecuario), los pronósticos para este año prevén un aumento en este rubro derivado de la permanencia de eventos meteorológicos extremos y la ausencia de incentivos para los productores comerciales de maíz (Ochoa, 2025). En el caso de eventos meteorológicos extremos, el fenómeno de “La Niña” 2024, caracterizado por la presencia de bajas temperaturas en las aguas del Pacífico Ecuatorial ha producido cambios en los patrones atmosféricos cuyas consecuencias hemos apreciado con el aumento de precipitaciones en altas latitudes y las sequías en latitudes medias provocando incendios y reducciones de productividad agropecuaria en suroeste de los Estados Unidos y con fuertes cambios en los patrones atmosféricos para el norte de México, que se prevé se acentúen en el primer semestre del 2025.
Los estudiosos de la dinámica de uso tierras han señalado que hay una relación directa entre el precio del maíz y la deforestación; esto es, a mayor precio del grano, se genera un incentivo para que los productores busquen obtener mayores ganancias sembrando maíz en los siguientes ciclos hasta lograr un nuevo equilibrio de mercado (demanda = oferta); es lo que señala el típico y viejo modelo de la telaraña de producción (Ezekiel, 1938).
Sin embargo, bajo este modelo se asume que la tierra es un factor de producción que puede aumentar sin problema ni restricción, no obstante, para muchas regiones del mundo y en particular para México, la única forma de ampliar la tierra de cultivo es a costa de la tierra de uso forestal, uso que suele tener un menor costo de oportunidad, comparado con la ganadería, por ejemplo. Evidentemente, para el caso del maíz, otra forma de ampliar la su superficie sembrada es sustituyendo la superficie dedicada a otros cultivos por el maíz, pero ello depende de lo rentable que este cambio sea para el productor.
Lo anterior sugiere que la alternativa de la expansión de la frontera agrícola a partir de la superficie forestal no es del todo viable en el corto plazo para los productores comerciales de mediana y alta escala, sobre todo si el cultivo no es suficientemente rentable. Ello se debe a que la conversión de la superficie forestal a superficie agrícola requiere una fuerte inversión, dado que los terrenos forestales exigen correcciones de pendiente, pedregosidad, y en ocasiones de fertilidad (entre otras variables) para tener una buena productividad bajo una tecnología media o alta. Por su parte, la apertura de nuevas tierras para los productores pequeños, usualmente de autoconsumo, podría no ser tan onerosa, dado que la escala es pequeña, no usan alta tecnología y rara vez producen para vender al mercado y obtener una renta.
Si Trump aplica 25% de aranceles a México, nuestro país debería responder en equivalencia. Te imaginas lo que resultaría si levantamos el precio del maíz que importamos 25 por ciento. Es más fácil regresar al origen del problema, control migratorio y dejar los abrazos para una mejor ocasión
Lo anterior muestra que para el caso de México, la apertura de nuevas tierras agrícolas a costa de las forestales obedece ya sea a la producción de cultivos muy productivos (cuya producción en muchas ocasiones está integrada verticalmente a la industria agroalimentaria) o la ganadería, o bien a la apertura de terrenos marginales por parte de los productores de autoconsumo.
Con estos argumentos podemos establecer el siguiente vínculo entre los movimientos de precio y la conservación de los bosques, vínculo que se han reportado varios investigadores (Ver, Heres et al., 2024). Una reducción del precio del grano desincentivará la producción de los productores comerciales como lo prevé el modelo clásico de la telaraña. Sin embargo, va a crear expectativas de escasez (poco volumen, precio bajo) en los productores de autoconsumo, lo cual generará un incentivo para que estos productores busquen alternativas para ampliar su producción siguiendo el camino más simple que es la transformación del bosque en área de cultivo. Este comportamiento corresponde al mismo modelo de la telaraña pero con expectativas adaptativas y racionales (Muth, 1961).
La dinámica de precios y deforestación mostrada se puede extender a las condiciones actuales del país. A lo largo de 2024 observamos el aumento notable del volumen de las importaciones de maíz, volumen que redujo el precio del maíz en el mercado doméstico y ocasionó problemas financieros a algunos productores comerciales del norte del país que no pudieron colocar su producto a un precio de equilibrio para ellos, a pesar de sus reclamos a la autoridad.
También, como era de esperarse, observamos, una reducción de la producción en productores comerciales, lo que con el aumento importante en las importaciones generó un círculo vicioso de precios bajos en el mercado doméstico, que se agravó con la falta de acciones gubernamentales para incentivar la producción de maíz en los productores comerciales. Bajo estas condiciones es previsible un desincentivo para los productores comerciales para producir maíz blanco y con ello la generación de un escenario de escasez en productores de autoconsumo que bien puede propiciar la mayor transformación de terrenos forestales ubicados en la frontera agrícola a terrenos de cultivo, con la consecuente mayor degradación de las áreas forestales.
¿Qué hacer bajo este escenario? Sin duda romper con la generación de expectativas de escasez parece lo más razonable e inmediato. Ello requiere un apoyo a los productores comerciales que bien podría ser a través de mejora de los bienes públicos o condiciones de mercado de su producto, o reduciendo su expectativa de riesgo con contratos de compra anticipada de cosecha, el apoyo para la adquisición de instrumentos de reducción de riesgo como futuros o seguros, o bien aumentando la eficiencia de la cadena de provisión.
Claro está, que una alternativa deseable sería tratar de atar los subsidios a los productores de autoconsumo y de bajo volumen comercial excedente al aumento de su productividad, lo que sin duda requerirá adaptar o modificar algunos sistemas de cultivo, empezando por el germoplasma usado.
Finalmente, otra opción para romper el escenario parece asomarse. La aplicación de aranceles al maíz importado (como respuesta a la probable aplicación de aranceles por parte del gobierno de Trump) podría reestablecer el incentivo para la producción de grano por parte de los productores comerciales (a través de un mecanismo de aumento de precio) y daría tiempo para implementar medidas que pudiesen abonar a mejorar los sistemas de cultivo de los productores pequeños; incluso, pensar que esos aranceles se puedan transferir a acelerar los procesos de mejora tecnológica en los sistemas de cultivo o mercado de los productores pequeños, parecería una medida eficiente desde el punto de vista productivo. Claro está que el aumento en el precio del grano más importante para el país tendrá consecuencias en buena parte de la población no solo por el aumento de precio de la canasta básica, sino también por el posible efecto en la inflación. Por otro lado, desde el punto de vista nutricional, quizá el impacto no sea del todo malo si consideramos que el uso del maíz importado se destina fundamentalmente a la producción de ultra procesados y cárnicos, productos en los que resulta evidente una reducción de nuestro consumo para mejorar nuestra dieta (Rodríguez-Ramírez, 2020).
Referencias
Ezekiel, Mordecai (1938), “The Cobweb Theorem”, Quarterly Journal of Economics, vol. 52, núm. 2
Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (2025). El mercado del maíz. Reportes – GCMA
Heres del Valle, D.R., López Feldman, A.J. & Torres-Rojo, J.M. 2024. Dinámica de la Cobertura Forestal en México: Alternativas Metodológicas para la Identificación de Riesgos y Oportunidades. Universidad Iberoamericana. ISBN: 978-607-8988-71-6
Muth, J.F. (1961), “Rational Expectations and the Theory of Price Movements”, Econometrica, vol. 29, núm. 3.
Ochoa, A. 2025. México será el mayor importador de maíz del planeta. El Economista. México será el mayor importador de maíz del planeta
Rodríguez-Ramírez, S., Gaona-Pineda, E. B., Martínez-Tapia, B., Arango-Angarita, A., Kim-Herrera, E. Y., Valdez-Sánchez, A., … & Shamah-Levy, T. (2020). Consumo de grupos de alimentos y su asociación con características sociodemográficas en población mexicana. Ensanut 2018-19. salud pública de méxico, 62(6), 693-703.