Fedro Carlos Guillén1, Jimena de Gortari2 y Juan Manuel Núñez2
1. FCG Consultores
2. Universidad iberoamericana, académica y académico de tiempo completo
El efecto silencioso del ruido
El ruido está clasificado como el segundo contaminante de mayor relevancia a nivel ambiental en entornos urbanos, pese a ello, ha sido un tema no abordado de manera importante en el diseño de políticas públicas, lo que probablemente obedezca a que es un tema que sólo preocupa a la ciudadanía cuando se hace presente en sus vidas. Es de esta forma que se la contaminación acústica se ha normalizado ya que nos parece inevitable vivir con el ruido que se produce en una ciudad. Con los avances tecnológicos se han incorporado nuevas fuentes de ruido y muchas ya presentes se han intensificado (el Metrobus, por ejemplo, viola la norma de ruido de la Ciudad de México). Este mal silencioso se incrementa, y puede ser reconocido cuando integra diversas fuentes y en algunos lugares resulta imposible distinguir una de otra o alguna de estas es tan molesta que interrumpe las labores que estamos realizando.
La habituación a este contaminante en la vida cotidiana y, por consiguiente, la normalización por parte de los que habitamos la ciudad asume que es una de las consecuencias inevitables de vivir en la ciudad; se trata de un fenómeno que se debe tolerar y que al volverse invasivo nos obliga a decidir con cuál de las fuentes de ruido se puede cohabitar. El ruido invade todos los espacios de nuestro habitar y desafortunadamente en nuestro país la regulación es insuficiente y la que existe es letra muerta ya que no hay medidas efectivas de inspección y vigilancia. El tema no es menor ya que el impacto que tiene en la salud puede ser acumulativo y en muchos de los casos irreversible, pero desafortunadamente no hacemos una correlación directa entre la salud y el modo de vida urbano.
Es bien sabido que la exposición a altos niveles de ruido puede causar efectos directos en la audición. Sin embargo, los niveles regulares de ruido ambiental también se han asociado con molestias, trastornos del sueño, problemas cognitivos y con enfermedades cardiovasculares, en particular la cardiopatía isquémica. Estudios recientes también sugieren que el ruido del tráfico podría estar asociado con la diabetes y la obesidad[1].
Cuadro 1. Efectos nocivos del ruido y sus umbrales
Efectos nocivos | Umbral dBA |
Pérdida de calidad y dificultad de conciliar el sueño | 30 |
Dificultad de la comunicación verbal | 40 |
Probable interrupción del sueño | 45 |
Malestar diurno moderado | 50 |
Malestar diurno fuerte | 55 |
Comunicación verbal extremadamente difícil | 65 |
Pérdida de oído a largo plazo | 75 |
Pérdida de oído a corto plazo | 110-140 |
La Organización Mundial de la Salud lo viene alertando desde hace muchos años: la forma en cómo hemos construido y habitado las ciudades nos está enfermando; aunque para los tomadores de decisiones siempre hay temas más urgentes. Se ha insistido que debería de ser un tema de la agenda pública y que es nuestro deber exigir una ciudad con equilibrio sonoro, en donde el ruido no impida escuchar aquello que deseamos, una urbe en donde el derecho al descanso y el derecho al silencio deje de ser un privilegio.
El ruido discontinuo de los aviones
El ruido de los aviones suele afectar a urbanizaciones o núcleos urbanos de la periferia de las ciudades, en el caso de la ciudad de México la expansión urbana ha hecho que este ruido sea parte cotidiana del paisaje sonoro de la ciudad. El problema se agrava porque el ruido de fondo puede llegar a ser muy bajo, y es por ello por lo que el de los aviones se hace más evidente. Por otra parte, al no tener una regularidad temporal es un ruido discontinuo. Está comprobado que los ruidos que provoca el tráfico aéreo, por tener un mayor componente de baja frecuencia, producen una mayor molestia para las personas. Esta perturbación sonora, por ejemplo, sería mucho mayor que la producida por el tráfico de vehículos, cuyo componente predominante sería el de alta frecuencia, que en la propagación por la atmósfera se atenúa con la distancia.
Un informe reciente de la Comisión Europea relaciona de forma directa el ruido nocturno del transporte aéreo con el aumento de enfermedades coronarias (Saucy, et al., 2020). El estudio epidemiológico sobre el ruido nocturno del aeropuerto de Colonia-Bonn concluyó que, cuando la intensidad, se incrementa la cantidad de medicamentos recetados para la hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares se incrementa de manera correlacionada. Según este trabajo, el ruido de vuelos nocturnos afecta mucho más que el diurno y más a las mujeres que a los hombres.
Las Guías para el Ruido Urbano de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya indicaban en 1999 que el ruido urbano en general provoca deficiencia auditiva, trastorno del sueño y reposo, efectos psicofisiológicos sobre la salud mental, el rendimiento o el comportamiento, entre otros. Estudios llevados a cabo por Eduard Estivill, especialista en trastornos de sueño, señalan que los afectados pasan de una fase profunda del sueño a otra en la que no descansan. La defensa frente a enfermedades disminuye y puede producir enfermedades metabólicas. En cuanto a los efectos ambientales, hay pocas investigaciones. Por ejemplo, se ha estudiado el impacto en la producción lechera de vacas cercanas a aeropuertos y las consecuencias en la comunicación de ciertas especies de pájaros, además de las frecuentes colisiones de aviones con aves.
El rediseño del espacio aéreo en la Ciudad de México
El 25 de marzo entró en funcionamiento el rediseño del espacio aéreo, con una navegación basada en perfomance (PBN) la cual ha sido anunciada como un enorme avance debido a que en las aproximaciones y salidas se evita la congestión, por la modernidad y eficiencia en el espacio aéreo y por un sinfín de razones. Los que hemos volado desde el aeropuerto actual sabemos:
1. que desde siempre hemos aterrizado prácticamente sobre la cabeza de los vecinos.
2. que podemos saludar a nuestras amistades de la Nápoles o Narvarte.
3. que el aeropuerto actual no tiene capacidad suficiente.
Así que cuando el director del Servicios a la Navegación del Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM) anuncia este rediseño y que este tiene como prioridades la:
- Reducción en tiempos de vuelo
- Reducción de demoras operacionales
- Reducción en consumo de combustible.
A pesar de que parecerían todos buenos argumentos, incluso aquel que no se menciona pero que desde luego es la razón principal; integrar al futuro aeropuerto Felipe Ángeles de Santa Lucía. Es evidente que el tema del ruido no se constituye en una prioridad. Por el contrario, respecto a las quejas por ruido, se ha dicho que con este rediseño el ruido es “imperceptible” y que además “toda la flota que opera en la ciudad de México no hace ruido”, lo anterior es una mentira descarada lo cual ha incrementado las molestias de muchos ciudadanos, ya que –padecido en carne propia- el ruido se ha hecho insoportable y una de las autoras de este texto –muy a su pesar– conoce de los efectos perniciosos.
Llama la atención –aunque no sorprende- que en el rediseño no se mencione el asunto del ruido. Es decir, no se afectan unas zonas en beneficio de otras, es más se informa desde la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) que “el rediseño ha dejado satisfechos a la industria aérea del país, y que dejará al sector “grandes economías”. Sin embargo, la diversificación de las rutas no evita el impacto del ruido en la ciudad. La infraestructura aeroportuaria va unida ineludiblemente a un alto impacto acústico en las rutas de aproximación a los aeropuertos, en donde los niveles de ruido son elevados. Con la entrada en vigor del rediseño del espacio aéreo en la Ciudad de México, surgieron diversos reclamos sobre lugares que anteriormente no percibían el ruido de los aviones al aterrizar en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Este ruido no es simplemente una molestia, los daños son reales y van desde una posible pérdida en la capacidad auditiva, perturbaciones en el sueño, riesgos cardiovasculares, estrés y más. El ruido que generan los aviones está asociado a riesgos de fallos cardiacos e hipertensión. Se cuenta con testimonios de vecinos afectados que señalan la angustia, el impacto en los cuadros de depresión, además de la falta de descanso, imposibilidad de trabajo, por mencionar algunos. Es por ello que se requieren estudios de propagación espacial que contemplen las afectaciones a la población en las sendas de aproximación, Es necesaria la información y en su caso, la mediación que debe contemplar estrategias que palien sus impactos[2]. Algunas de las primeras preguntas que surgen son:
¿Se disminuye la cantidad de población afectada por ruido? ¿se conoce siquiera el número?
¿Se estimó el impacto en las áreas naturales protegidas? ¿qué pasará con la fauna?
En el mismo caso se piensa con respecto a las zonas de valor patrimonial: Ciudad Universitaria o pueblos originarios como Xochimilco.
¿Se revisó el impacto sobre áreas tan sensibles como la zona de hospitales de Tlalpan? ¿Sobre cuántas escuelas se sobrevuela?
¿Se consideró la forma urbana? Algunos espacios de la ciudad pueden ser como cajas de resonancia.
A partir de la información sobre las áreas afectadas por el ruido de los aviones al aterrizar en el AICM y el nivel de ruido percibido sobre las diversas rutas de aproximación de la ciudad, en el “Análisis de ruido para el rediseño del espacio aéreo en la Ciudad de México” publicado en el blog (https://pohb.medium.com/) el 3 de abril del 2021; el inventario de áreas verdes de la Ciudad de México; la información con los principales resultados por manzanas urbanas sobre las características de la población y de las viviendas de la Ciudad de México; así como los datos de identificación, ubicación, actividad económica y tamaño de las unidades económicas activas en para la Ciudad de México. Hemos contestado algunas de estas preguntas a partir de los valores superiores de los umbrales que recomiendan la Organización Mundial de la Salud (OMS) para los corredores aéreos (Figura 1).
Figura 1. Mapas de ruido para el diseño del espacio aéreo anterior y nuevo para la Ciudad de México

El diseño del espacio aéreo anterior afectaba a 1.3 millones de habitantes en 7,877 manzanas, con una densidad de población promedio de 307 habitantes por hectárea. Esta ruta de acercamiento cruza por el Parque Bicentenario y el Bosque de Chapultepec, y en su trayectoria se localizan 63 hospitales y 1386 centros escolares de todos los niveles educativos. Por otro lado, el nuevo diseño del espacio aéreo afecta a 1.7 millones de capitalinos en 10,830 manzanas, con una densidad de población promedio de 278 habitantes por hectárea. La nueva ruta de acercamiento cruza por la cuarta sección del Bosque de Chapultepec, las Zonas Patrimonio Mundial de Ciudad Universitaria y Xochimilco, El Bosque de Tlalpan y el Colegio Militar. Adicionalmente, durante su trayectoria se localizan 70 hospitales, algunos de ellos de muy alta especialidad, así como 1,923 centros escolares de todos los niveles educativos, incluyendo la UNAM.
Finalmente, en el diseño del espacio aéreo anterior la población con un nivel socioeconómico más alto representaba el 36% de la población afectada, mientras que los estratos afectados de nivel socioeconómico más bajo eran apenas del 12%. Para el nuevo diseño del espacio aéreo el porcentaje de la población afectada con un nivel socioeconómico alto disminuye al 31%, mientras que la población con un nivel socioeconómico mas bajo ahora es del 19%.
A manera de ejercicio y como parte de un primer análisis para conocer los efectos en la población del ruido generado por los aviones, este acercamiento permite advertir que la diversificación de las rutas no disminuye el impacto del ruido en la ciudad y que las afectaciones son para todos: el comportamiento del sonido en el aire depende de múltiples factores y no reconoce límites geopolíticos o estructura social. Es necesario seguir analizando estrategias que contemplen una ciudad libre de ruido y para ello es indispensable que este contaminante sea parte de la agenda pública.
En síntesis, pensamos que el problema debe de ser enfrentado de forma multivariada con:
- Tecnologías aéreas de menor contaminación acústica.
- Regulaciones modernas y efectivas con capacidad de seguimiento, inspección y vigilancia.
- El objetivo no es trasladar un problema de un lado a otro de la ciudad, en realidad se trata de que todos los ciudadanos evitemos padecer este tipo de contaminación que no se ve, pero sí se oye.
Referencias:
Saucy A, Schäffer B, Tangermann L, Vienneau D, Wunderli JM, RöösliM. Does nighttime aircraft noise trigger mortality? A case-crossover study on 24,886 cardiovascual deaths. (2020) European Heart Journal. DOI: 10.1093/eurheartj/ehaa957
[1] https://elpais.com/elpais/2017/10/02/ciencia/1506943745_596305.html
[2] Hace muchos años que a los vecinos que rodean el Aeropuerto Benito Juárez deberían haberlos subvencionado para aislar sus viviendas o contar con apoyos para el impacto en su salud.