Usualmente, cuando pensamos en sustentabilidad o en los desafíos para construirla, consideramos los elementos naturales, la conservación de la biodiversidad y de los procesos que soportan la vida en el planeta, es decir, la naturaleza. También consideramos los medios de vida locales y las formas en que los patrones de consumo y producción a diferentes escalas, pueden influir en dichos medios de vida y, por tanto, en la intensidad y patrón de uso de un territorio (por ejemplo, la producción aguacatera ejerciendo presión sobre los bosques de oyamel en la reserva Mariposa Monarca). Ha sido también muy clara la relación entre el destino de los residuos de nuestras actividades y la calidad ambiental (aire, agua, suelo, etc.).
Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en las relaciones de la sustentabilidad con la justicia, ¿por qué sería importante considerarla? Las respuestas a esta pregunta pueden tener muchas dimensiones (los invito a leer la sección de Raúl Gutiérrez, de este mismo Blog CENTRUS). En las siguientes líneas señalaré algunos puntos que merecen sin duda, más reflexión.
1. La sustentabilidad implica que todas las personas del planeta tengan sus necesidades básicas cubiertas.
Los conflictos presentes en el territorio dejan muy vulnerables a las poblaciones y comunidades locales, frente a los megaproyectos usualmente causantes del conflicto, y atenta contra sus medios de subsistencia, pone en riesgo sus fuentes de agua y por tanto, la salud de la población misma, así como la posibilidad de crear un futuro en las tierras, lagos, ríos, que han heredado.
Un ejemplo: el caso de los derrames químicos de Minera México en el Río Sonora, donde enfermaron decenas de familias y murieron cientos de organismos dulceacuícolas, en un ecosistema donde es más fácil restaurar el equilibrio químico que la biodiversidad local. Cabe preguntarnos, ¿en qué medida la actuación gubernamental nos asegura el alcance de la justicia y, por tanto, nos encamina a la sustentabilidad? Este es un ejemplo en donde la generación presente está siendo vulnerada en la satisfacción de sus necesidades básicas.
2. La sustentabilidad implica que se cubran las necesidades básicas de la población actual, sin poner en riesgo la capacidad de los ecosistemas de sostener a las siguientes generaciones.
Los conflictos están basados en un territorio que tiene un carácter socionatural, con procesos complejos, cuyos resultados pueden escalar o cambiar de forma repentina, y con umbrales en muchos casos desconocidos. La mayoría de los estudios técnicos realizados para megaproyectos no consideran impactos acumulativos, ni aquellos que puedan presentarse en lugares muy lejanos al del proyecto o en tiempos diferentes al actual. Se realizan estudios de impacto ambiental y pocas veces de impacto social, como si este último no existiera. Los megaproyectos han reducido la capacidad de los ecosistemas para brindar bienestar a las generaciones presentes y futuras, como es el caso de los colectivos de comunidades afectadas por las presas.
Por ello es importante considerar el PRINCIPIO PRECAUTORIO en casos como el Tren Maya (la gente de la Península de Yucatán dice que el tren NO es maya), ya que no podemos seguir ignorando lo que ya sabemos: estamos poniendo en riesgo la viabilidad de nuestros territorios. Este megaproyecto cruzará reservas biológicas importantes, de las pocas que quedan en el país, por lo que técnicamente no hay soporte para estar a favor de una obra así. Además, tenemos la experiencia del tren ChePe que viaja de Los Mochis a la Sierra Tarahumara. En este caso ¿han salido de la pobreza estas comunidades gracias al TREN? ¿O es que las ganancias han quedado en unas pocas manos, como ha sucedido históricamente?
3. La sustentabilidad implica que se cubran las necesidades básicas de la generación presente y de las generaciones futuras, manteniendo la integridad del territorio.
Poco ganamos con reconocer el gran capital natural de México, si el flujo de dinero de las políticas públicas va en contra de su conservación. Necesitamos tal capital natural, ya que la gran mayoría de beneficios y contribuciones que da la naturaleza a la sociedad NO SON REEMPLAZABLES. El diseño de las políticas públicas necesita ser estratégico, y considerar los impactos de las decisiones y de tales inversiones. Aunque sean árboles, no es lo mismo tener especies nativas de selvas medianas, altas o bajas, que tener un sembradío de limones. Las relaciones entre las especies en un ecosistema configuran la cadena trófica, la polinización, el mantenimiento del flujo de nutrientes y fertilidad en los suelos, la capacidad de alimentar los mantos acuíferos, la regulación de inundaciones, la retención de contaminantes, la regulación de la temperatura, etc.
Las políticas públicas que carecen de estrategia ambiental corren el riesgo de alimentar la destrucción, y por tanto la INJUSTICIA, en contra de las especies naturales que constituyen nuestra biodiversidad, y en contra de las personas que vivimos y nos alimentamos de este territorio. Las políticas que destruyen el capital natural son INJUSTAS por atentar contra la integridad ecosistémica que sostiene la vida humana, la actividad económica, y la identidad y tejido social.
No es económicamente sostenible la destrucción de la naturaleza, ya que las funciones naturales se traducen en bienes económicos, no sólo aquellos tangibles como los metros cúbicos de madera o los litros de agua, sino aquellos que regulan las condiciones en las que vivimos. Un ejemplo: en el programa Sembrando Vida la estrategia socioambiental es poco clara, y los mecanismos usados en el territorio no parecen conscientes de nuestro capital natural. Antes de haber un ejercicio territorial validado por un ejido o comunidad, se comienzan a quemar porciones de selva (con evidencia en Campeche y Quintana Roo) para poder cobrar “el nuevo apoyo”. ¿Dónde están los análisis que muestran que ese flujo monetario, otorgado con esos mecanismos, darán bienestar a las familias actuales sin comprometer el capital natural para las generaciones futuras?
La sustentabilidad vuelve a llamarnos a aterrizar un ideal en un territorio concreto, con dinámicas biofísicas y sociales que configuran una historia socionatural, no sólo natural ni sólo social, sino donde ambas dinámicas son interdependientes. Sigamos con las reflexiones que nos permiten ganar claridad sobre el papel de la justicia en la construcción de sustentabilidad.