Esta cuarentena nos ha servido para estar más unidos a la distancia, pero también han aparecido una serie de desafíos, particularmente cuando tenemos niños menores en casa y en las maneras en cómo administramos el tiempo y los recursos.
Si bien se habla de tener una rutina para dar seguridad, ahora ésta ha sido reemplazada por estar todo el día en casa, la incertidumbre de no saber que está pasando, porque dejamos de salir a visitar a amigos o familiares, para ir de compras o ir simplemente de paseo.
Las clases de nivel primaria de escuelas públicas se volvieron tediosas y en algunas ocasiones, difíciles de comprender y entender, pasamos de ser solo mamás, a ser maestras y psicólogas; pero hemos llegado al cierre de ciclo de año y con esto sabíamos que eran vacaciones, las cuales no se van a poder disfrutar como se solía hacer.
Ahora para salir debemos prepararnos con guantes, cubrebocas, gel antibacterial y evitar en la manera de lo posible, socializar con alguien más. Vamos por provisiones para seguir en resguardo.
Quiero mencionar algunos de los retos más comunes a los cuales me enfrenté, tales como poder tener un lugar especial donde estudiar, ya que los niños saben que en casa no se toman clases y el destinar horas del día para estar pegados a la computadora o televisión fue un reto, querían moverse, ir a ver qué hacían sus padres o bien, estar en su recamara jugando; en mi caso, quería poder tener el tiempo para enfocarme en mi trabajo y poder atender las necesidades de comida o de limpieza de casa, pero cedí a la necesidad de apoyar a mis hijos, sin dejar de mencionar cuando uno de ellos tiene una discapacidad, y por lo tanto, todo es más tardado y absorbente en tiempo (pero ya hablaré de eso en otro momento).
Pese a lo anterior, gracias a la pandemia pude volver a comer con mi familia, disfrutar del desayuno sin tanta prisa o bien tener una cena tranquila, sin la necesidad de tener que controlar en todo momento el tiempo, pero también originó que la rutina de horas establecidas se desfasará. En un principio fue difícil volver a marcar el tiempo para cada actividad, ahora he aprendido que lo mejor es establecer rutinas aunque ya no con tanta prisa como antes; cómo mamá ha sido un reto. El tiempo cada vez pasa más rápido y cuando has terminado de recoger lo que quedó del desayuno, ya es hora de preparar la comida y no se diga de lavar los trastes, ésta es una actividad súper demandada, que muy pocas veces es valorada.
Por fin llega la hora de la cena y la hora de dormir; creo que ha sido uno de los temas más difíciles no solo para los niños sino también para nosotros como papás, llega la tranquilidad que apenas nos dura unos minutos, porque ya no hay tiempo de hacer algo más y debemos dormir para que en unas horas volvamos a iniciar nuevamente.
Aquí es donde me queda la duda, ¿dónde ha quedado el tiempo para nosotras? Nos entregamos por la familia, mantenemos un buen humor, organizamos actividades para los niños, tratamos de cocinar como chef y elaborar un menú diario, intentamos aprender una actividad nueva o bien manejar programas que no solíamos usar, llega el momento que pensar en tener un baño tranquilo se vuelve casi imposible.
Pero al final de cada día me queda la satisfacción de que pude un día más sobrevivir con mi familia, aprender cada día de esta situación, saber que tengo un trabajo que me permite poder estar en mi casa, reflexionar que debemos hacernos de un tiempo para nosotras y empezar a delegar responsabilidades para tener una mejor salud mental.