Opinión de Adela Salinas
Desde la perspectiva de construcción de paz, el Covid 19 ha sido un gran maestro que llegó a romper el esquema de realidad que teníamos y nos metió en todas las dimensiones de la conflictividad individual, interpersonal, social, cultural, económica y política a nivel mundial.
Sin duda una sacudida fuerte a lo que creíamos que éramos y no somos, al control que pretendíamos tener sobre la realidad y que tampoco tenemos, a la forma en la que nos relacionábamosy a la incertidumbre por la forma que plantea la nueva normalidad, y con esto puso a la baja las expectativas de vida que se tenían, en su mayoría puestas en la economía como causa y fin del desarrollo de un país.
La pandemia nos sacó del ritmo de vida que llevábamos y nos colocó en uno nuevo, que exige otras dinámicas y estrategias para funcionar, así como otras necesidades que se han puesto al centro del escenario. Una de ellas es el cuidado de la salud y el cuidado del medio ambiente.
Esta es una buena ocasión para reflexionar en uno de los apartados de La carta de la Tierra, tal y como la cita Leonardo Boff en su libro Sostenibilidad. Qué es y qué no es (ediciones Dabar, Brasil, 2012): “Como nunca antes en la historia, el destino común nos convoca a buscar un nuevo comienzo. Lo cual requiere un cambio de mente y de corazón. Requiere, además, un nuevo sentido de interdependencia global y de responsabilidad universal. Debemos desarrollar y aplicar con imaginación la visión de un modo de vida sostenible a nivel local, nacional, regional y global.”
En este confinamiento es justo cuando ha salido a la luz la necesidad de reflexionar sobre nuestra intimidad, nuestra esencia, nuestra búsqueda de la felicidad y su relación inseparable con la libertad y, más allá de los sueños de éxito personal, se le ha dado un reconocimiento a la vida por sí misma y al cuidado que se le debe dar frente al enorme espejo de la enfermedad y de la muerte.
Así, la manera más plausible de lograr, compartir y ofrecer una vida saludable es a través de la riqueza de la sustentabilidad por su carácter preservador, conservador y protector de los recursos naturales, y de la sostenibilidad, con su enfoque sobre las necesidades sociales, políticas, culturales y ambientales. Esta pandemia nos abre un panorama distinto sobre la urgencia de reacomodar nuestras prioridadesy, con ello, de hacer un nuevo ajuste en nuestra escala de valores porque, si bien la situación nos refleja nuestra vulnerabilidad como seres humanos, sin importar posición social, económica, raza, clase social y género, la posibilidad de salir adelante será a través de acciones de solidaridad y con una conciencia por el bien común.
Si no nos hemos dado cuenta de que en realidad la gran mayoría del abastecimiento que tenemos proviene del campo y de las manos que lo trabajan, el Covid 19, ya es un potente visibilizador de las y los campesinos, quienes han permanecido invisibles a los ojos de este capitalismo voraz que, en vez de cuidar de la naturaleza como fuente activa de la vida misma, se ha servido de ella para fines mercantilistas y ha sido el depositario de una vida artificial con una alimentación procesada que desnutre, además de provocar, con proyectos de desarrollo que atienden a intereses particulares, la pérdida de los ecosistemas y su biodiversidad, problemas de movilidad y contaminación en las ciudades, problemas de acceso al agua de calidad tanto en la ciudad como en el campo y un largo etcétera, y con todo ello han violado el derecho humano al medio ambiente en general.
En ese sentido y desde una mirada de construcción de paz, el Covid 19 nos abre una enorme oportunidad de transformación si observamos la posibilidad de promover una nueva cultura de economía circular, verde y con una verdadera responsabilidad social y comunitaria para que las personas empresarias se sensibilicen, involucren e impulsen las formas comunitarias de productividad y que las personas de las comunidades también se abran a escuchar y a saber de qué forma pueden colaborar de forma proactiva. Al final de cuentas, la vida es un proceso de relación y no hay forma de ser completamente independientes.
Hoy más que nunca es necesario promover un cambio de paradigma y una de las formas es a través de la transversalización de la construcción de paz, con sus ejes de justicia, seguridad, bienestar, tejido social y bien común con perspectiva intercultural que permita generar vasos comunicantes y fuertes alianzas con las comunidades para entender sus cosmovisiones, sensibilizarnos a su labor conservadora y protectora de los recursos naturales, que son fuente de vida para todo el planeta, y respetar y alentar su trabajo en el campo, que es de donde obtenemos los alimentos.