A partir del acuerdo del 31 de marzo, se dividieron las actividades #económicas en esenciales y no esenciales y los #empresarios, la Cámara Minera de México, el Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores Mineros y otros grupos de interés alegaron que su actividad es esencial porque si ellos no dan insumos, se parará toda la #industria. Así que la minería, una fuente importante de conflictos socioambientales, fue de facto reconocida como actividad económica esencial. Al día siguiente el acuerdo fue modificado para incluir los proyectos favoritos de López Obrador, como el Tren Maya, Santa Lucía y Dos Bocas.Entonces, muchas de las actividades económicas que nos parecen fuentes de conflictos socioambientales por proyectos de desarrollo, seguirán aún con el #Covid19. Por otro lado, no tenemos certidumbre de cuánto tiempo más nos quedaremos en casa. Aquí tenemos un bloque de factores que tienen poco que ver con #megaproyectos, pero tienen bastante que ver con el contexto general que determina los patrones de acción colectiva.
En el 2017, después del sismo, la gente se auto-organizó para el trabajo humanitario y las operaciones de rescate. Por ejemplo, se utilizaban las redes sociales para mover los #insumos desde donde los recolectaban hasta donde los necesitaban. Ahora sucede lo mismo: en Facebook se forman grupos locales de ayuda donde la gente puede poner peticiones de ayuda y conectarse con quien puede ayudar, pero ésta es sólo la primera etapa. Después viene la etapa de #reconstrucción y es ahí donde hay que preguntarnos ¿qué formas de acción colectiva surgirán? Todavía no lo sé, pero lo que sí me queda claro es que hay que repensar el manejo de información por parte de las autoridades públicas, el grado de la transparencia en las actividades gubernamentales y todo lo que tiene que ver con el papel del petróleo como una fuente clave de ingresos para el Estado.
Mientras dure el confinamiento por el Covid 19 es difícil que mucha gente salga a protestar, en parte porque tiene que dedicar su tiempo y recursos principalmente a la supervivencia económica, en parte porque juntarse en grupos grandes ahora es un riesgo para la salud, Pero una vez que acabe la cuarentena, seguirá la tendencia de las protestas contra los proyectos de desarrollo que ha ido en aumento desde los años 90, y esto me lleva a pensar en lo siguiente: Por otro lado, López Obrador nos presentó el 5 de abril su estrategia económica para responder a la crisis que se está gestando actualmente. Según él, los grandes proyectos de desarrollo y los programas sociales que él promueve serán los que nos salvarán de la crisis y producirán un crecimiento del PIB. Esto suena mucho a lo que se hizo en Estados Unidos en respuesta a la Gran Depresión. La estrategia de “New Deal” de Roosevelt fue reactivar la economía a través de inversión en grandes obras públicas. Fue el momento en el que se construyeron las grandes presas hidroeléctricas en el Noroeste Pacífico de Estados Unidos que dieron empleo a la gente que quedó fuera de la fuerza laboral debido a la Gran Depresión y así se empoderó al consumidor, reanimando la economía de manera keynesiana.
Aún no sabemos cómo va a responder la gente afectada por estos nuevos proyectos: por un lado están sus impactos negativos ambientales y sociales, por otro lado, la falta de empleos. Como socióloga sugiero que López Obrador se abra más a tomar en cuenta las evaluaciones profesionales de expertos reconocidos (y que no necesariamente sean de su gobierno) que opinan sobre seguridad pública, economía, política pública en los principales diarios de circulación nacional, en los programas de radio y de televisión. También sugiero que deje de considerar que vamos a creer cualquier cosa que nos diga su gobierno.