Los pueblos indígenas, dadas sus prácticas, conocimiento y cosmovisión, promueven el mantenimiento de una relación equilibrada entre los ecosistemas de sus territorios y su sociedad. No obstante, son uno de los grupos sociales más agredidos y vulnerables, algunas veces por ser quienes abogan por la protección del territorio frente a las empresas privadas, las industrias y los gobiernos que favorecen el crecimiento económico con altos costos ambientales y sociales. Estos hechos, narrados constantemente en las noticias nacionales e internacionales, nos invitan a pensar en cómo lograr una mejor comunicación entre la sociedad occidental en la que vivimos y las otras personas, otras culturas, para lograr acuerdos justos.
La razón por la cual hay fuerzas contrarias a las formas de vida de los pueblos indígenas es porque los recursos de sus territorios son codiciados (dada su riqueza en biodiversidad, minerales, agua, etc.), y porque su economía no comparte los principios de acumulación del capital monetario: “Las economías de los pueblos indígenas dependen principalmente de los recursos naturales y los ecosistemas. Su principal activo productivo es el capital natural, que utilizan de manera productiva y sostenible. También comparten una compleja relación cultural con su entorno y sus ecosistemas, que valoran por algo más que las meras ganancias económicas” (Organización Internacional del Trabajo, 2017: 23). Esto es vital para toda la humanidad, ya que nos permite cuestionar el supuesto “discurso de desarrollo”. Los pueblos indígenas evitan que haya un colapso socio-ecosistémico al limitar los impactos de la actividad humana en espacios naturales, al defender las reservas ambientales que ayudan a regular las condiciones del entorno, y favorecen con ello la vida terrestre. Por estas razones, es de gran importancia salvaguardar las estructuras y formas de vida de los pueblos indígenas. Su manera de percibir el mundo, su cosmovisión y su estilo de vida, son enseñanzas para las sociedades modernas, mostrando que es posible concebir nuestro papel como otro engrane dentro del gran sistema, y apreciar la naturaleza dentro de nuestra forma de funcionar como sociedad.
Por lo general, la autodeterminación y las formas de gobernanza de estas culturas, no son respetadas ni tomadas en cuenta cuando las decisiones o acciones externas van a intervenir en la vida de los pueblos indígenas. Es necesario que haya mayores espacios de diálogo y comprensión para poder proteger la vida y la cultura de estos pueblos: “La democracia y la gobernabilidad son firmemente establecidas sólo cuando la autonomía, autogobierno y la autodeterminación de las naciones existentes dentro de las fronteras del estado son respetados, tanto interna como externamente; y una medida significativa de gobernabilidad es la capacidad de los gobiernos indígenas y gobiernos de los estados para entablar un diálogo intergubernamental y negociaciones para los resultados pacíficos y benéficos para ambos” (Bruce y Gilio-Whitaker, 2014:97). En la mayoría de los decretos o convenios de y sobre los derechos de los pueblos indígenas siempre se hablan de un “consentimiento libre, previo e informado”, pero no siempre suceden; y se supone que, según la UNESCO (2017), el diálogo intercultural se debe componer de un intercambio equitativo basado en la mutua comprensión, respeto e igual dignidad entre las culturas para “la construcción de la cohesión social, de la reconciliación entre los pueblos y de la paz entre las naciones”.
Para construir vías de comunicación y convivencia que eviten tanto la integración o asimilación completa a la cultura nacional, como el abandono o aislamiento de las poblaciones indígenas, me gusta la propuesta de un marco intergubernamental para la formación de acuerdos entre naciones indígenas y estados que menciona Agranoff (1994), que se caracteriza por:
• Hacer explícitos los valores comunes y construir lenguaje común
• Contar con una autonomía gubernamental relativa
• Mantener una relación de confianza con contacto continuo (como un medio de cultivar la relación)
• Representar intereses especiales mediante vínculos asociativos de funcionarios gubernamentales
Este mecanismo reconocería tres tipos de poderes de acuerdo mutuo:
• Poderes reservados y exclusivos (realizados por el gobierno del estado)
• Poderes concurrentes (autoridad compartida)
• Poderes reservados y exclusivos (realizadas por el gobierno nacional indígena)
Y a ti, ¿qué elementos te parecen importantes para fomentar el diálogo entre culturas?
Referencias
Agranoff, R. (1994). Comparative Intergovernmental Relations. Comparative Public Management: Putting US Public Policy and Implementation in Context. Westport, Connecticut: Praeger, 165-183.
Bruce, H. y Gilio-Whitaker, G. (2014). Declaración Conjunta de Gobiernos Constitucionales y Consuetudinarios de Naciones Indígenas. Fourth World Journal, 13(1). Disponible en: https://www.cwis.org/wp-content/uploads/documents/premium/FWJ13.1.pdf
Organización Internacional del Trabajo. (2017). Indigenous peoples and climate change: from victims to change agents through decent work. Disponible en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—gender/documents/publication/wcms_551189.pdf
UNESCO. (2017). Diálogo intercultural. Descargado de: http://www.unesco.org/new/es/culture/themes/dialogue/intercultural-dialogue/#, 2 de mayo 2020.