La deforestación es uno de los procesos que más impactan el funcionamiento de los ecosistemas terrestres. Este proceso disminuye sensiblemente la producción primaria e interactúa con otros factores de cambio global provocando el deterioro de los socioecosistemas. En México, este proceso continúa avanzando a tasas alarmantes impactando todos los ecosistemas del país; no obstante, su distribución y los procesos que la originaron son muy heterogéneos. Este hecho permite diferenciar dos tipos de superficies respecto a su grado de transformación. El primero, corresponde al más común, donde la magnitud de la transformación ha eliminado por completo la cubierta arbórea o ha sido tan severa que sus características originales han desaparecido. El segundo, corresponde con áreas donde la vegetación se encuentra poco alterada y conserva la mayoría de sus características originales. Estas últimas áreas se deberían de incluir dentro las prioridades de conservación a nivel nacional.
México y Guatemala mantienen uno de los macizos de bosque tropical húmedo mejor conservados del continente
La cuenca del río Usumacinta representa un claro ejemplo de esta condición poco alterada. Esta cuenca es la más extensa de las compartidas entre México y Guatemala y mantiene uno de los macizos de bosque tropical húmedo mejor conservados del continente (» 3,000 km2), así como una de las principales zonas de humedales del país. Dada su relevancia en materia de biodiversidad y de los servicios ecosistémicos que ofrece, en la cuenca se han decretado diversas áreas protegidas (AP) con el objetivo de proteger y conservar la biodiversidad de la región. No obstante, las presiones sobre los ecosistemas naturales que resultan de las actividades antrópicas ponen en riesgo la permanencia del patrimonio natural de la cuenca del rio Usumacinta.
Las AP son el instrumento central de la política para la conservación de la biodiversidad a nivel nacional e internacional. Estas han recibido fuertes críticas que cuestionan su efectividad para alcanzar los objetivos establecidos en las leyes que las sustentan. Uno de los argumentos más citados establece que las AP, al estar concebidas como “islas de naturaleza intocada”, no son inmunes a los procesos de deterioro que ocurren por fuera de sus límites. Por ello, es de suma importancia analizar la capacidad de este instrumento a partir de marcos de evaluación sistemáticos que permitan identificar fallas o aciertos y así, proponer una serie de recomendaciones a la política pública para fortalecer este esquema de conservación. La evidencia del avance reciente de la deforestación en la cuenca del río Usumacinta llamó a la necesidad urgente de evaluar este proceso en el contexto de las AP y su rol en la conservación de la biodiversidad de la región.
En este sentido, el trabajo de investigación coordinado por los académicos del Centrus buscó analizar la condición actual y el proceso de pérdida de cobertura arbórea dentro y fuera de las AP presentes en la región. Con esta información se buscó identificar problemáticas y ofrecer propuestas para el fortalecimiento de la red de AP en la región.
La deforestación en la cuenca del río Usumacinta es un problema actual, extendido y en ascenso
En primer lugar hay que enfatizar que la cifra global de la pérdida de cobertura arbórea para la región es alarmante; su valor (21.2 %) es casi cuatro veces más que el observado en la cuenca del río Amazonas para el mismo periodo (5.7 %). Esta situación amenaza gravemente la biodiversidad y pone en riesgo el futuro de los remanentes más grandes de selvas húmedas y humedales arbóreos de la región. Entre las causas de dicha pérdida se incluyen las actividades agropecuarias (producción de ganado y palma de aceite, principalmente), las invasiones ilegales, los persistentes procesos de colonización, los incendios, las actividades petroleras y la expansión de infraestructura urbana y de comunicaciones.
En México se pierden tres veces menos selvas dentro de las áreas protegidas
El segundo aspecto relevante es la enorme diferencia en la efectividad de las AP dada entre México y Guatemala. Mientras que en México se pierde 4.9 % de la cobertura arbórea al interior de las AP y 15.5 % por fuera de éstas, en Guatemala los porcentajes (28.1 % y 21.2 %, respectivamente) demuestran que la situación es muy crítica, independientemente de si en la región existen o no AP. En Guatemala, el panorama denota la limitada capacidad del sistema de AP para lograr su razón de ser, conservar la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos. Esta situación es una problemática común en varios países en vías de desarrollo donde el papel del estado en la regulación del uso de la tierra dentro y fuera de las AP es a menudo débil.
En Guatemala intervienen hasta ocho instituciones en la gestión de las Áreas Protegidas
Un tercer aspecto lo denotan las marcadas diferencias dadas por el tipo de administración y categoría de las AP. Un claro ejemplo de esta situación lo representa el caso guatemalteco. En este país intervienen en la gestión de las AP por lo menos ocho instituciones de muy diversa índole, gubernamentales, privadas, universitarias y organizaciones no gubernamentales. Además, existen siete categorías de manejo de dichas áreas. Esta combinación de factores puede ser una de las explicaciones que ayude a entender la baja eficacia de las AP para frenar la deforestación en dicho territorio.
Propuestas para el fortalecimiento de la red de AP en la región
A continuación presentamos un conjunto de propuestas basadas en los resultados obtenidos en este estudio que buscan fortalecer las acciones de conservación de las AP en la cuenca del Usumacinta y de los espacios que las rodean:
- Fortalecer y coordinar las acciones de conservación y desarrollo sustentable entre México y Guatemala.
- Fortalecer, en ambos países, las agencias gubernamentales y no gubernamentales encargadas de la gestión de las AP (i.e. CONANP, CONAP).
- Elaborar programas de manejo en todas las AP y vigilar su cumplimiento.
- Establecer y fomentar una estrategia productiva sustentable y ordenada con las comunidades que habitan en las AP, o en su periferia, para alcanzar el bienestar y la compatibilidad con la conservación.
- Prohibir la actividad minera en todas las AP de la cuenca.
- Crear corredores biológicos con modelos de producción sustentable que integren el paisaje y fomenten la conectividad ecológica entre las AP.
- Establecer programas de pago por servicios ambientales ajustados a la región que fomenten la conservación de la biodiversidad y su articulación con actividades productivas de largo plazo.
- Fortalecer los mecanismos de vigilancia y aplicación de la ley en las AP de la cuenca.
- Generar los protocolos estandarizados para el monitoreo continuo de la cubierta vegetal en la región.
- Establecer planes para la restauración ecológica de los espacios deforestados al interior y exterior de las AP de la cuenca.
El manuscrito con los resultados completos de este estudio se encuentra en revisión en la revista Regional Environmental Change. El proyecto recibió financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (273646) y de la Universidad Iberoamericana (Dirección de Investigación – Fondo S.N.I. 100).Manuscrito en revision: Gallardo-Cruz JA, Peralta C, Solórzano J, Fernández-Montes de Oca A, Nava L, Kauffer E, Carabias J (En revision) Deforestation in Protected Areas of the Usumacinta River Basin: Trends of Change (2000–2018) and Strengthening Proposals. Regional Environmental Change.