Opinión de Adriana Flores Díaz
Este virus pasó de la vida silvestre a los camélidos, según un informe conjunto entre la FAO y la Organización Mundial de la Salud, en 2015. En esa época, alertaban sobre enfermedades muy fuertes en animales ligados a los medios de vida de comunidades rurales. Entonces, este virus ha estado pasando a través de muchos seres vivos hasta llegar a los seres humanos. Estas zoonosis (enfermedades que pasan de los animales a los seres humanos) están relacionados con la destrucción de la naturaleza porque esas especies no deberían tener tanto contacto con el ser humano, sino vivir en hábitats naturales conservados, íntegros; tendría que haber una cantidad de selvas y bosques mucho más conservadas para que esas relaciones se mantengan ahí donde están y de donde son.
La zoonosis (en el caso del coronavirus) está indicando que se rompió esa cadena de relaciones y por lo tanto el impacto en la naturaleza es muy grande, aunque también tiene impactos positivos porque el hecho de que todo mundo esté encerrado en su casa y haya bajado tanto el ritmo económico, tiene implicaciones para la naturaleza, sobre todo en el ritmo de generación, por ejemplo, de gases de efecto invernadero. La ciudad de México se ve relativamente limpia y en los mapas globales, los puntos rojos de alerta por exceso de contaminantes en la atmósfera fueron desapareciendo.
En cuanto a este fenómeno, tenemos la posibilidad de comprender la dinámica de la atmósfera, ya que aunque han bajado las emisiones de gases, las concentraciones de contaminantes no se han reducido significativamente, porque están ligadas a la permanencia de esas moléculas en el largo plazo. En muchos lugares reportan que llegaron otra vez ballenas, pelícanos, aves migratorias que hace años no veían ahí. Entonces, la naturaleza está teniendo oportunidad de recobrar territorios. Eso es muy benéfico en términos de biodiversidad. El problema es que si regresamos a lo mismo, se van a acelerar los procesos de deterioro que de por sí ya estaban acelerados. Así que, una opción para evitar eso, es bajarle a movernos todo el tiempo en automóvil y hacer home office para darle oportunidad a la naturaleza de recuperarse.
Hay que pensar en términos de sustentabilidad, la cual tiene una noción de justicia integrada. Existen tres dimensiones de esa justicia (dentro del concepto de sustentabilidad): la que retribuye, que hace equitativa la distribución de los beneficios de la naturaleza y procura un nivel de bienestar a todo el mundo; la que posibilita los procesos naturales, la conservación y la propia vida de la biodiversidad y la que ayuda a que las siguientes generaciones puedan satisfacer sus necesidades con los recursos que tenemos. Las personas nunca dejaremos de depender de la naturaleza. No me puedo comer un billete, aunque sea de mil pesos. El billete no tiene que ver con mi nutrición, con mi bienestar, mi salud y mis capacidades.
Para restaurar la naturaleza podríamos limpiar los ríos y así crear un suministro justo y eficiente de agua, parar en gran medida el desarrollo inmobiliario para que haya áreas verdes de esparcimiento. En términos de gobernanza, hacer que la gente local participe más en las decisiones. No puede ser que todos estemos bajo el mando de un solo criterio (que puede ser por ejemplo, el del gobierno federal) para todas las condiciones y los contextos locales que son tan diferentes. Los gobernantes son personas, que pueden tener muy buena voluntad, pero no conocen las condiciones locales. Por eso es importante el diálogo entre los diversos sectores involucrados en una región dada.